martes, 13 de octubre de 2015

Gallos con espolones: Harrison Ford

Cuando Cassie me enseñó la entrada sobre los comíos de mierda y sus poderes explotax*x*s, yo la leí como debe ser en esos momentos, con el abanico y un cubo de hielo al lado dispuesta a hacer el Ice Xixi Bucket blabla. Pero vosotras en vuestros comentarios me soltasteis sin saberlo un zas en toda mi (preciosa) boca al recordarnos que faltaba Harrison Ford lleno de mugre en como Indiana Jones. A Cassie le afectó porque, claro, ella aprecia la belleza suprema y olvidarse de nuestro Harrison duele. Pero a mí...

Sí, amigas, también yo tengo ese tipo de camisas, soy como vosotras

Y es que Harrison Ford ha sido mi actor favorito desde que tengo uso de razón, el dueño de mi más preciada estantería cinéfila, el protagonista del primer libro que me regalaron (sí, su biografía, así de friki soy). Así que, para compensar, le dedicamos un post a él solo. Porque, por favor, si hay un gallo al que le dejaríamos desde hace años (y muchos) que nos clavara el espolón, ése es Harrison Ford.


Si sobrevives a esta sonrisa, te clavo lo que sea

Que no se nos olvide que aquí somos muy fans de los pollos y necesitamos ver que, si Harrison es un gallo de calidad suprema, es porque fue un pollo gourmet, de pelazo, labios turgentes y mirada explotaenaguas.


Ay si te llegamos a pillar las haggards, ajkdlkjasgfjld

Pero aquí hemos venido a hablar del gallo, así que vamos a ello. A Harrison Ford lo descubrió hace ya muuuuuuchos años George Lucas, el señor que creó una minucia intergaláctica como La guerra de las galaxias (advertencia buenrollista de esta haggard: nadie pronuncia el nombre de Star Wars o Star Trek en vano en este blog. El que lo haga, recibirá la visita de Joputa Randall. De buen rollo, eh. Pero p'allá que va). Pues eso. Que Harry estaba buenorro e iba por ahí con sus ojazos azules y su sonrisa de sinvergüenza pero le querían para ser carpintero (kill me now!) hasta que tito George le ofrece un papel en American Graffiti. Con 30 años. Mozo viejo era un poco, hay que decirlo. Pero no pasa nada porque cuando hizo La guerra de las galaxias tenía 34 años y con esa edad nos robó las bragas el corazón. 

Y nos desintegró las enaguas

Con esta planta, manejaba el Halcón Milenario y los corazones de los espectadores con la misma soltura. ¿Quién se puede resistir a esa sonrisa de sinvergüenza? Nadie, ni unas reales ensaimadas estelares. Y, tras surcar el espacio, nuestro Harrison Ford mandó a tomar por Cullen la carpintería y se dedicó a hacer cine. Y menos mal porque entre Han Solo y Han Solo, decidió que con un diez de buenorrismo no se conformaba, que tenía que llegar al cien, así que se dejó barba de tres días (ay omá), se puso una cazadora de cuero (AY OMÁ) y aprendió a manejar el látigo como nadie (¡¡¡AY OMÁAAAAAAA GRRRRRRR AY OMÁAAAAA!!!) para crear al arqueólogo explotaovarios por excelencia: Indiana Jones.

Mirada bajabragas
Sonrisa y pechote explotaovarios
Comío de mierda, despechugado, brazacoñjfhdakakhdsfkhadf
Y esa nuez, ESA NUEEEEEEEEZZZZZZZZ (lametón)
Indiana Bond-bón 
Ojo con esa cara de sacar el látigo a paseo (¡que lo saque, que lo saque!)
Jamás unas gafas y una pajarita levantaron tantas pasiones
Pechote Jones for breakfast
El colmo del galloespolonismo: nuestro Harry con Sean Connery. ¡Sandwichito right now!
O me estoy desmayando o me está pasando otra cosa, IYKWIM

¿Queda alguien vivo después de ver estas fotos? Yo he tenido que ir a por la botella de oxígeno porque ya veía que no llegaba al final. Y es que nadie como Steven Spielberg ha sabido sacar provecho de esta sonrisa de sinvergüenza, de esa nariz torcida y de esos ojazos azules en los que perderte.


AhgsdjhgafjagfadTECOMÍAHASTALACORBATAjahdfkjshaflkjashdfl

Definitivamente, su época de esplendor buenorrista son los ochenta y principios de los noventa, en los que encadenaba éxitos y suspiros entre las fans, siendo un blade runner, un policía disfrazado de amish o un ejecutivo adorafollable agresivo.

Con esta boquita de piñón no se me resiste ni un replicante
¡¡BOOM!! Muertas todas
Así me querríais tener todas y lo sabéis
Cincuenta años y brazo con venorra. Voy a por las sales
Ven p'acá que te limpio, fijo y doy esplendor

La edad no perdona y el cine tampoco, así que fue haciendo papeles cada vez más espaciados (y algunos bastante mierders), pero con los que pudimos deleitarnos con el maravilloso envejecimiento de nuestro hombretón. ¡Porque esas arrugas han sabido colocarse para que nos siga volviendo locas!

Michelle, haces bien en mirarle así, pero ese pechote pide marcha
Sesenta y seis años tenía cuando se enfundó el fedora de nuevo para ese engendro
Aquí tengo sesenta y nueve y mira cómo frunzo. El ceño

Pero nuestro Harrison no envejece mal, eso es una cosa que no debéis olvidar jamás y, con setenta y tres años que tiene (OMG!!!!!!) aún nos hace tilín en los bajos y, sobre todo, en nuestras emociones frikis. Moriremos en masa cuando, estas navidades, volvamos a verle a los mandos del Halcón Milenario.

Ay, que me falta el aire y la cordura

Puede que los sueños eroticofestivos los reservemos para otros más jovenzuelos pero aún consigue aparecer en la Comic Con y que se nos caigan las bragas

Setenta y tres años y yo sí que soy el fucking master

No sabemos si ha hecho un pacto con el diablo o tanto viaje sideral le ha alterado el adn pero hasta los buenos vinos envejecen peor que él. Señor Ford, nos inclinaríamos ante usted si en algún momento lo hiciéramos ante alguien. Siga envejeciendo tan bien y a ver si nos da un buen viaje con su Halcón Milenario. May the force be with you, mi querido sinvergüenza.

Como desees, chata


DAME AMOR Y COMPÁRTEME, QUERIDA
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